Si entendemos que el arte es un medio de expresión que puede realizar un determinado tipo de retrato bajo un prisma estético, y considerando al cine como tal, entendemos que aquellas películas que abordan la temática de los derechos humanos, están retratando, así pues, una visión sobre el estado de los mismos.
Los autores utilizan los medios disponibles, recurriendo tanto a los testimonios como a las reconstrucciones dramáticas, y escogen el formato más apropiado para comunicarse con el espectador, bien sea en documental como en corto o largometraje de ficción. No solemos observar una función de denuncia, o de enjuiciamiento, pero el cineasta crea con una sensibilidad humanística, y no puede ni quiere evitar una llamada de atención, incluso de auxilio. Es consciente de que vivimos en la sociedad de la información, y a partir de su talento, divulga una historia que siente necesaria contar, por incómoda que sea.
Pero el espectador no va a encontrarse con una recolección de miseria y desesperación. Optamos por el mensaje constructivo. Todos podemos participar en establecer un mejor escenario. Evidentemente, la financiación de entidades que luchan por el respeto a los derechos humanos constituye una vía rápida y efectiva, pero no deja de ser insuficiente. Existen más formas de colaborar, notamos que se infravalora el poder de la voluntad. La propia divulgación es el primer paso que nos conciencia. Y ésta debe extenderse, a cuantos más, mejor. A partir de aquí, manteniendo una posición activa, podemos marcar una diferencia. Si consumimos responsablemente bienes que reporten una retribución justa a sus productores, si reclamamos a los gobernantes (desde el activismo más militante hasta el más sutil, manifestando nuestra preocupación e interés), si aportamos trabajo voluntario... Existen múltiples formas.
Tampoco deberíamos caer en un autocomplaciente paternalismo. A través del Festival, conoceremos a personajes que luchan con una dignidad ejemplar, y que nos pueden servir de modelo e inspiración para ajustar el enfoque de nuestras vidas. Ofreceremos la presencia de invitados, no como pontífices, sino en calidad de testigos de primera mano.
El objetivo es sencillo y, a la vez, ambicioso. Procurarle al asistente un trueque que le compense del tiempo y atención proporcionados. Bien despertándole nuevas inquietudes que enriquezcan su conciencia, bien procurándole un entretenimiento que satisfaga sus expectativas.
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